Desde Holanda
Lara Manqui, coach ontológico
Hace un mes nos mudamos con mi familia a Amsterdam y con este cambio estoy dedicándome por un tiempo al cuidado de nuestra hija y a la casa. Olivia tiene dos años y poco más ¡y es un torbellino! No para de hablar, de moverse, de tomar todo a su alrededor; además está en la edad que todo quiere que sea de la manera que a ella se le ocurre.
Esta es una situación nueva para mí y, por decirlo de alguna manera, ha sido todo un desafío. Mi intención al llegar a nuestro nuevo destino era dedicarme a crear mi próximo paso laboral, buscando oportunidades de trabajo o implementando mi taller de empoderamiento. Sin embargo, entre la energía y tiempo que me toma cuidar de mi cachorrito loco, no me queda ninguna de las dos para dedicarme a este propósito.
Después de un par de semanas en este nuevo ritmo, me percaté que me sentía estresada, descontenta y que no estaba apreciando las cosas buenas que estábamos viviendo. Me di cuenta que cuando jugaba con Olivia, estaba pensando en que debía estar buscando trabajo, o cuando estábamos almorzando, estaba preocupada con que quizás iba a poder trabajar un poco en mi curriculum cuando ella se tomara una siesta (lo que finalmente nunca acontecía), y luego, al final del día, al dormir a mi pequeña, estaba imaginándome todo lo que iba alcanzar a hacer cuando ella finalmente se durmiera… una pura ilusión que definitivamente nunca se materializaba.
“Vivir en el ahora” es una filosofía de vida que los grandes sabios aconsejan para evitar el estrés y el sentimiento de disconformidad. Es uno de los fundamentos de la filosofía budista y también una línea que siguen varios gurús contemporáneos del desarrollo personal. ¿Pero qué significa esto de vivir en el presente y cómo se puede hacer de una forma sencilla y practicable en nuestra cotidianidad?
Hablemos primero de lo que no es estar viviendo el presente. Si en vez de estar viviendo nuestra situación actual estamos renegando, pensando que quisiéramos estar en otro lado o estar haciendo otra cosa, estamos viviendo en el futuro: un futuro imaginario creado sólo en nuestra mente. Si en vez de estar participando activamente de nuestra situación estamos sólo presentes en cuerpo y nuestra mente está en otro lado totalmente distinto, planificando imaginarios actos e interacciones del futuro, también estamos fuera del momento presente. Momentos como cuando estamos en una reunión pero estamos pensando en lo que vamos hacer al salir de ahí, o estamos conversando con un amigo y a la vez estamos pensando lo que vamos a comer en el almuerzo, son momentos donde no estamos presentes, no estamos viviendo el ahora, no estamos aquí.
Pero también nos juega una mala pasada el «vivir» en el pasado. Me refiero a aquellas personas que constantemente están recordando “mejores tiempos” o añorando experiencias pasadas, tampoco están en el ahora. Y cuando tontamente recreamos conversaciones pasadas y le agregamos nuevas respuestas que pudimos dar o acciones que pudimos tomar, todas imaginarias y con ninguna consecuencia real, también es otra manera de ignorar nuestro presente.
Vivir en el futuro o en el pasado provoca frustración, estrés, poca claridad en nuestras acciones; hace que cometamos errores y también que perdamos la oportunidad de vivir la alegría que nos trae cada momento de la vida. Es una manera cierta de posponer nuestra felicidad hasta otro momento y si nos acostumbramos a esta forma de vivir podemos, incluso, estar posponiéndola indefinidamente.
Por esto es tan importante vivir nuestra vida en el presente.
Vivir el ahora significa estar con toda nuestra atención puesta en lo que está sucediendo en este preciso momento. Implica estar usando todos nuestros sentidos para experimentar y realmente vivir lo que está aconteciendo en nuestra vida. Significa hacer cada cosa con atención y conciencia, haciendo nuestro mejor esfuerzo. También significa asegurar que cada palabra que sale de nuestra boca sea un reflejo de quien realmente somos. Es dar a la persona con quien estamos interactuando mi completa atención y recibir de su parte todo lo que me quiere entregar.
En el caso en que nos demos cuenta que estamos viviendo en el futuro o en el pasado es el momento de cambiar el switch. ¿Pero cómo? ¿Existe una manera fácil de hacer esto? Absolutamente. Hay muchas maneras que se sugieren para aprender a vivir nuestro presente, desde la práctica de la meditación hasta el tener un amuleto que cuando lo toquemos nos recuerda volver al presente. Sin embargo, en mi experiencia, la forma más efectiva es constantemente ir recordando que la vida no es sólo para vivirla, sino que es para disfrutarla y con esta idea buscar aprovechar cada momento que estamos viviendo.
Claro que hacer esto es mucho más sencillo en algunas situaciones que en otras. Si tomamos mi ejemplo, sin duda es fácil. Yo amo a mi hija y, a pesar de todo lo agotador que es cuidarla, la sigo encontrando fascinante y sigo sorprendiéndome con todas las cosas que hace. Así, cuando veo que estoy haciendo planes para el futuro en vez de estar poniéndole la atención o cuando siento que me está sacando de quicio y quiero salir arrancando, es fácil para mi recordar que realmente yo disfruto de estar con ella y que me traen mucha alegría los momentos que pasamos juntas.
En el caso de un reto de un pésimo jefe, o la obligación de interactuar con alguien que no te agrada, o un accidente que nos acaba de ocurrir, o una enfermedad de un ser querido, ciertamente es mucho más difícil, sin embargo sigue siendo posible.
Debemos recordar que cada momento se forma de múltiples factores y podemos considerarlos todos cuando estamos buscando vivir el momento de la mejor manera y aprovechar todo lo que se pueda. Cada momento nos da la oportunidad de aprender algo nuevo, de expresarnos de una mejor manera, y de tomar acciones asertivas que permitan modificar el momento negativo que estamos viviendo, o de apoyar a otros que están viviendo esta situación junto a nosotros. Y, en último caso, cada momento de nuestra vida nos da una nueva oportunidad de agradecer que estamos aquí, vivitos y coleando.
Pasado unas semanas de mirar las cosas de esta manera les puedo decir que me siento muchísimo mejor. Me río y disfruto cada momento con mi hija, y aunque algunas veces me veo pensando en aquel momento maravilloso cuando Olivia finalmente cae en el sueño, recuerdo que hay una nueva disposición que quiero tener. Miro sus manitos y recuerdo que mi intención es aprovecharla como lo que ella realmente es: una de las cosas más importantes de mi vida.
Te invito a ti también a hacerlo al terminar de leer este artículo. Escoge la situación en que te sea más fácil estar presente y disfrutarla. Y la próxima vez que tengas la oportunidad vive esa situación con toda tu atención y amor. Te aseguro que la alegría y satisfacción que sentirás valdrá absolutamente toda la pena.