Por Valeria Solís T.
Terapeuta energética, escritora, periodista
Directora Mirada Maga
*Esta entrevista fue realizada para revista uno mismo y se incluyó en el libro «Saborear las guindas, experiencias de sanación espiritual»
*fotografía de portada es del chamán shipibo Manuel
En memoria del chamán shipibo Roger López Ramos 1968-2021
Suipino es el nombre de Roger López, y es el nombre del lugar donde él inició los tratamientos para la gente no propia de su comunidad, ahí conoció a Andrés Selamé (co-creador del centro de medicina chamánica en el Amazonas peruano). Es un albergue que él creó hace unos 10 años. Roger nació en 1968 y fue educado por su abuelo José, tras la separación de sus padres. Su abuelo era un gran chamán del bajo Ucayali (uno de los brazos de Amazonas) quien le transmitió el conocimiento de la planta maestra, la medicina de la Ayahuasca. Su otro abuelo, Eloy, era maestro del Toé, la planta canachari tan poderosa como la ayahuasca (pero trabaja en los sueños).
Roger creció sumergido en otros mundos, sumando aliados y otras fuerzas de la naturaleza, aprendió la pesca, a construir casas y canoas. De todos los jóvenes de su edad, él creció con la educación más tradicional de los shipibos, que en este caso es la esencial. A los 13 años tuvo la oportunidad gracias a un amigo blanco de su abuelo, de ir a estudiar en la ciudad. Llegó a Pucallpa, pero sus dones no fueron valorados y sufrió el desprecio de los mestizos, sin embargo, su fuerza interior le permitió graduarse como profesor primario y entregó sus conocimientos a las comunidades shipibas, que en la década del ´50 había iniciado un lento proceso de alfabetización. Roger se transformó en un referente, pero internamente sabía de los riesgos de occidente, de la pérdida de valores connaturales a la selva. Cuando el abuelo José murió, Roger perfeccionó su poder chamánico y fue compartiendo con curanderos de diversas tradiciones. Con el tiempo fortaleció la idea de proteger a su cultura de la amenaza foránea. En las noches de ceremonias de Ayahuasca fue creciendo la visión de crear un centro de medicina natural, un jardín botánico, un espacio para recibir a pacientes y aprendices de todo el mundo.
Durante años viajó junto a su esposa Olga Agustín en busca de aliados. Muchos no le creyeron, pero su idea se fue materializando con la llegada de dos chilenos en busca de una calidad de vida mejor que reivindicara el chamanismo ancestral. “Hay que tener un objetivo para cada “mareación”, hay que concentrarse, seguir una línea de pensamiento”, advierte mientras camina en Ani Nii Shobo, su sueño manifiesto.
¿Qué significa para Usted la Ayahuasca?
-Para mí y mi cultura, la Ayahuasca es una medicina y una purga, porque nos limpia, realiza una terapia de la mente y el cuerpo. Es también una visión espiritual; porque es una planta que nos muestra el verdadero camino de la conexión con el mundo espiritual y de la naturaleza. Por otra parte, es como una radiografía, para ver problemas espirituales, físicos y poder dar solución. Los que manejan el Ayahuasca son personas muy fuertes y sabias, que nacieron para eso.
¿Toda persona puede consumir Ayahuasca?
-No es para todos. Hay mucha gente que está con problemas muy grandes y fuertes y no puede. Hay otra forma de curar, con otras plantas. Los que pueden son los que están en un nivel más o menos sano. Un drogadicto no puede, hay que prepararlo, desintoxicarlo. A veces el Ayahuasca puede complicar aún más las cosas, cuando la persona no tiene los recursos anímicos y mentales necesario para auto-sanarse. Para esto el Chamán, hace su diagnóstico y evalúa. De todas maneras siempre se da un poco y se ve a la persona antes de iniciar un trabajo con Ayahuasca. Pero en mi experiencia, la mayoría sí puede, son pocos los que no están aptos para un trabajo personal con la Ayahuasca, pero eso lo evaluamos nosotros.
¿Qué importancia y funcionalidad tienes los ícaros o cantos durante la ceremonia de Ayahuasca?
-Los ícaros son muy importantes dentro del ritual de la Ayahuasca, porque a través de él nosotros conducimos, dirigimos y también ordenamos a la personas. A través del ícaro invocamos a los espíritus de la planta de acuerdo con la dieta (aprendizaje para hacer aliados con los espíritus de las plantas) del chamán o maestro, dependiendo de su entrenamiento. Se invocan los espíritus de la Anaconda, de la Tierra, del Viento, la Luz Divina del Cielo. Ellos vienen y nos protegen y guían, abren su mundo, y eso es lo que limpia y sana. Así también están los dioses de la Ayahuasca y la chacruna que se invoca cuando la persona no puede manejar la “mareación”. Con el ícaro se viste a la persona con la fuerza energética de acuerdo a su problema, se limpia y se reponen con nuevas energías, son sanadores. Algunos son para invocar, o para armonizar, o que guían, o de protección. Se protege a la persona después de una sanación o dieta o tratamiento. Hay muchos, de acuerdo a la manera que quieres conducir. También hay ícaros que no entran en ninguna categoría, que salen del fondo del alma, como si fueran alimentados por la fuerza de los espíritus. Estás en otro mundo, pues a veces el cuerpo es un instrumento utilizado por los espíritus, por eso incluso el tono de la voz cambia. A veces nos conmueve, nos hace sentir y vivir en otra dimensión.
En las ceremonias Usted también fuma tabaco, ¿cuál es su importancia y con qué objetivo se fuma?
-El tabaco es una herramienta muy importante para el chamán, pues sirve para limpiar, despejar la energía negativa y rechazar los espíritus malos. Por eso se usa mucho el tabaco, pero el de la selva, que es medicina, para proteger el lugar y para soplar el cuerpo, para que la mala energía pueda salir. A la energía mala no le gusta el tabaco, tiene que retirarse, por eso, primero soplamos. Cuando soplas estás vistiendo con la fuerza del chamán.
También se usa la marupa y el mariri para absorber las malas energías, pues de otra manera es muy difícil que salgan. Sacamos una saliva del fondo de la garganta, es como un imán que absorbe las malas energías; chupamos la boca del estómago, alguien que ha consumido mucha droga tiene problemas en esa zona, se chupa, es como hacer una cirugía, y ahí se usa el tabaco para despertar la marupa y mariri. El tabaco es la defensa del Chamán.
Imágenes de archivo de Ani Nii Shobo (www.aniniishobo.org)