Por Beatriz Guevara
Terapeuta energética Adaba, terapeuta Floral / contacto@beatrizguevara.cl
Muchas veces nos resistimos a salir de nuestra zona de confort, y los argumentos florecen: desconocemos queénos deparará el destino, por miedo, por inseguridades personales o porque de una u otra manera nos hemos ido adaptando y vinculando afectivamente al momento de vida que experimentamos, incluso, las relaciones que llevamos, independientemente de lo tóxica que puedan ser, las queremos… Así, nos encontramos que nos hemos acostumbrado a despertar sin sonrisas, a que el pelo deje de brillar, al dolor de colon, de espalda y muchas otras señales que nuestro cuerpo y nuestra alma nos dan, sin cosinderar que son alertas de que el camino que estamos pisando no es el que merecemos… Pues olvidamos que siempre merecemos ser felices.
¿¿Por qué?? ¿por qué nos quedamos estáticos en trabajos que no nos agradan, en relaciones sentimentales que no nos satisfacen, en amistades que no nos hacen felices?
Porque el alma humana tiende a temer de lo desconocido, una parte de nosotros necesita ese pequeño espacio de tierra firme y aunque se nos caiga todo a pedazos sobre nuestros párpados nos quedamos y alimentamos nuestra estática con ensoñaciones de lo que fue, de lo que pudo ser o de lo que queremos que sea….
Pero todo aquello no es más que una ilusión, una ilusión que no nos permite mirar con claridad, reconocer que la zona de confort en la que estamos no es «realmente confortable». Se requiere coraje, detenerse y respirar profundo, observar nuestro entorno psico social, las relaciones socio afectivas, los flujos energéticos y por sobre todo auto observarse, cuestionarse, preguntarse ¿qué es lo que quiero para mi alma, y por qué lo quiero para mi vida? ¿para mi futuro? y por sobre todo ¿para mi presente?
Detenerse y observar nos obliga a salir de la mecánica de la inconsciencia, implica hacerse cargo, porque podemos escapar de todo y de todos, evadir de cada dolor con analgésicos, realizar hobbies, pero nunca podremos escapar de nosotros mismos.
Respetarnos y ser consecuentes con nuestro bienestar es sinónimo de escucharnos y replantearnos qué queremos para nuestra vida, es ser respetuosos de nuestros tiempos y de los tiempos vitales, de los ciclos de los que somos partes; soltar es también respetarse, es dejar atrás agradeciendo todo lo aprendido y comprendiendo que todo lo vivido nos lleva a caminos de luz y coherencia entre lo que pensamos, sentimos y hacemos, pues de esta manera sutil y bella, nuestra alma vibra en armonía y los diferentes ámbitos de nuestra vida comienzan a tomar causes sanos y prósperos.
Dejar atrás, salir de la zona de confort, significa vivir el duelo, asumir el fracaso, «pasarlo mal un tiempo», pero tras de eso, significa crecer, avanzar en libertad, en amor, en paz. Y poco a poco volvemos a sonreir, los dolores físicos y emocionales desaparecen y nuestros ojos brillan para vivir un nuevo ciclo en la rueda infinita de la vida.