Por Valeria Solís T.
Directora de revista y microeditorial Mirada Maga
A veces cuando me pongo nerviosa, generalmente por algún estímulo estresante, siento que desde mi estómago sube hacia mi cabeza uno hilo denso y ácido que me va paralizando por dentro. Mi parte animal huele que estoy cerca de algún peligro, sin embargo, no siempre estoy frente a un peligro sino sólo a una gran ola, una gran marea de información. Entonces respiro, primero discontinuamente, hasta llegar a la respiración profunda y volver a entrar en sí y darme cuenta que no corro tal peligro, que estoy en un espacio protegida, incluso aunque esté parada bajo las estrellas.
Al escribir el texto de este mes sentí un nivel de urgencia de decir, ¡basta! «paren las prensas» (frase típica de diarios de periodo entre guerras), pues es tanta la información negativa que se nos cruza, sin siquiera poder elegirla, que definitivamente nos está enfermando, no sólo físicamente (estar en permanente alerta, en estado de estrés y a la defensiva, provoca las profusas enfermedades crónicas de las que somos testigos en la actualidad), sino del alma. Nos marea, nos confunde, y poder llegar a los espacios seguros e íntimos se vuelve una verdadera hazaña.
Paradójicamente, más que nunca tenemos acceso a información, enseñanza y actividades que plantean con más naturalidad y apertura lo fundamental que es la conexión con nuestro ámbito espiritual desde una conciencia de completitud, donde pueden armonizar mente, cuerpo, emociones y espíritu sin transgredirse unos a otros, sin embargo, más parecieran gritar e interrumpir la existencia esos estímulos nefastos, negativos, de noticias tremendas, demoledoras, con hechos sicopáticos, donde unos dañan a otros como zombis, indolentes, crueles, donde se succiona la Tierra hasta hacerla sangrar. De verdad es para sentarse a llorar y estar lejos de poder sentir fe en la humanidad.
Pero, en medio de estas desesperanzas me acordé de una frase muy repetida en la escuela de periodismo, repetida como máxima de sabiduría: «las buenas noticias, no son noticia». Uffff, ¡que bueno que lo pude recordar!
En efecto, en un mundo casi paralelo a esas noticias que nos intoxican el cuerpo, la mente y el alma por las redes sociales y los medios, hay efectivamente unas plantitas que crecen; unos niños y niñas que juegan; hombres y mujeres que comparten y se apoyan; hay amigos que discuten cómo reforestar un lugar o cómo hacer huertos en los balcones del edificio; hay personas que dan datos para hacer yoga o alguna disciplina que los ayude a sentirse con más fuerza y concentración; hay personas que se comparten recetas con productos orgánicos, esos de verdad, y alejados del maltrato animal, y todo, todo eso, casi no sale en las noticias, ni en los medios masivos, no se comenta en los matinales, ni en los programas de radio, no son ni serán el último extra noticioso viralizado, pero sí está ocurriendo, aunque no lo veamos.
Así como el espíritu de los autores de Mirada Maga de poder dar puntos de vista, información y reflexiones de manera accesible a todo el mundo, hay muchas otras personas que están haciendo lo suyo para mejorar y seguir evolucionando como especie, por lo cual, requerimos estar despiertos, buscar, no dejarse atrapar por la inercia, por la ignorancia, por la comodidad ni menos el pesimismo, es necesario un par de movimiento y se llega.
Una pequeña advertencia para finalizar: somos seres energía, de eso espero que ya no quede dudas, en esta conciencia de paradigma (no somos sólo materia) es fundamental que mientras vamos reparando todo el daño que muchas generaciones ignorantes hicieron al planeta pensando que los recursos eran infinitos, cambiemos la mirada por un planeta sano, fuerte y vivo, visualicémonos en ese planeta desde la energía amor, en conciencia, pues a donde va la mirada va la energía. Si por el contrario, vemos el daño hecho y sólo lo lamentamos, lloramos y asustamos, sólo más de eso habrá. No es magia, es física.
Buen mes magos y magas, gracias por estar.