Por Sergio Ureta
Escritor – investigador científico
Médico cirujano-ginecólogo
Autor de los libros “El ser humano una secuela del Big Bang”, “Inteligencia humana”, “Astrología, una verdad basada en la evidencia”

Mucho se está hablando de esta pandemia provocado por una partícula infecciosa del tipo coronavirus; virus muy elementales, supuestamente más “primitivos” que los virus de ADN, por estar compuestos solo de ARN, que miden 10 millonésimas de milímetro, sin duda, en extremo pequeño, pero se ha encargado de permanecer latentes por millones de años, usando el material genético de distintas células.
Hasta ahora este covid-19 sólo vivía en células de animales y tuvo la propiedad de mutar, siendo capaz de usar la “maquinaria” intracelular de los seres humanos, que somos lo “más perfecto” en la escala evolutiva. Es decir, éste es uno de los encuentros más evolucionados en oposición de lo más primitivo, o al revés, semejando el concepto taoísta del Yin y Yang de que en el universo siempre están las dos fuerzas contrapuestas y complementarias, presente en Todo.

¿Qué está ocurriendo (o estaba) a nivel mundial?
Se apreciaba un descontento de la sociedad a nivel planetario, mayoritariamente menoscabado por los grandes líderes que dirigen este mundo en beneficio de unos pocos (ellos mismos), bajo la máxima o fundamento de que si ellos ganaban mucho, podían dar trabajo a más personas…chorreo.
Lo que ocurre es lo que se describe para la era de Acuario, una época de rebelión contra la injusticia, igualdad entre los seres humanos, porque todos tenemos la misma forma o derecho de nacer como de morir.
La esclavitud es una condición humana que se adquiere de distintas formas, sin embargo, siempre es adoptada por los más débiles en términos económicos, sociales y antiguamente también los deficitarios intelectuales.
La Revolución francesa, pese a que hubo intentos anteriores, es el hecho histórico más emblemático de la lucha contra el poder, no obstante, como bien dice el adagio, al ser humano “el poder lo corrompe” y la esclavitud lleva un nuevo nombre: “La democracia», donde todos tenemos los mismos derechos y deberes, lo cual es una soberana burla para el intelecto y es lo que se intentó demostrar, al menos aquí en Chile, con el llamado estallido social, porque nunca ha sido así, nunca se ha materializado.

¿En qué quedó este estallido social?
En lo personal y tratando de evaluarlo de forma neutral en lo político, aprecié que la gran mayoría de la clase media y (considerada) baja, intentaron protestar contra la injusticia, generada por los poderes fácticos y económicos, que intentaban convencernos de que estábamos en el paraíso de América, lo cual, por cierto, quedó demostrado que este paraíso de verdad existía, sí, pero ¡sólo para una inmensa minoría! No obstante, este movimiento pronto tomó un camino distinto al que se originó en su esencia, otras minorías comenzaron a tomar protagonismo, algunos los catalogaban de anarquistas, otros señalaban que eran narcotraficantes que aprovechaban de desestabilizar a las policías para mantenerse impunes en su actuar; otros decían que se trataba solo de delincuentes o, era la suma de todos los anteriores que dejaron en jaque las verdaderas demandas, porque se comenzó a vislumbrar una situación caótica, que se escapó del control de estos poderes dominantes, como, y lo más grave, de esta inmensa mayoría de personas que pretendía cambios de una mayor justicia, como mejores pensiones, sueldos, horarios de trabajo, salud, educación y un inmenso etcétera, lo cual por fortuna o desgracia, fue radicalmente suspendido por este “insignificante” (por su tamaño) covid-19 que tiene al ser humano aplicando lo máximo de inteligencia a los científicos para tratar de bloquear su acción y, por otro lado, obligando al resto de la población a guardar cuarentena (lo cual todos hemos experimentado) Esto ha decretado un nuevo estado de vida, el de estar en aislamiento, lo que obliga a detenerse en la vorágine del tiempo, que estaba cada vez más acelerado en el accionar de la humanidad.
Sin duda, este pequeño David (covid-19) tiene por las cuerdas a Goliat, la humanidad.
Este virus es el que está provocando la detención de la actividad humana. No funcionan cines, restorantes, bares, discotecas, gimnasios, el fútbol, colegios, líneas aéreas y un largo etcétera, que obligará a darse un momento para meditar y pensar en los verdaderos valores íntimos de los seres humanos como la amistad, el amor, la caridad, la humildad, entre otras cualidades que son propias de esta especie. Esto en lo personal.
En situación de pareja, en el mejor de los casos se afianzará la unión de los que resultarán favorecidos, otro tanto, profundizará sus diferencias y terminarán en un caos. En muchos casos hay que agregar si existe la presencia de hijos, cuya interacción daría para otro artículo. El sentido de lo mencionado es reiterar que este virus vino a cambiar esta humanidad, es casi comparable a las guerras mundiales, donde no hay duda que habrá una debacle económica, que los grandes empresarios intentaran controlar y se ha visto su progresiva incapacidad de lograrlo. De todas formas, terminará en un incremento de la desigualdad social, que es lo que se intentó revertir desde el 18 de octubre de 2019.
Entender que somos cuerpo, mente y alma, una trinidad que debe estar bien equilibrada para ser felices. Entender esta triada que de alguna forma hemos dejado de integrar para participar en este mundo tan convulsionado con solo el cuerpo y la mente en la mayor parte de las actividades sociales, familiares y económicas. El alma es el gran olvidado de esta sociedad.

¿Y qué es el alma?
Es una entidad filosófica de la cual se han publicado muchos textos, sin embargo, el profano lo percibe como ese “algo” inmaterial dentro de nosotros que conduce nuestros pensamientos y nuestros ideales íntimos que son propios y no compartibles por ningún método. Es lo que nos hace únicos y distintos. Es la entidad que algunos desarrollan para un conocimiento propio o, proyectar su destino, otros podrán proyectarlo con la divinidad. Es nuestro verdadero yo interno que hasta ahora para muchos estaba al margen de su conocimiento y desarrollo; es la esencia que todas las filosofías pregonan.
Este covid-19, nos hará cambiar, tal como pensar cual es el verdadero sentido de la vida, porque nos está mostrando la muerte como una posibilidad bastante probable y sin privilegios sociales, algo que en nuestro convulsionado accionar lo considerábamos muy lejano, o simplemente ni siquiera lo percibíamos como factible.

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