Valeria Solís T.
Directora Mirada Maga Ediciones
*Esta entrevista se realizó en 2016
Tiene la belleza de las actrices de los años 40. Ínquieta y buscadora creativa, no siempre tuvo tan claro cuál era su vocación, pues sus varios talentos la confundieron como para definirse por un solo camino. Así por ejemplo, integró un trío de mujeres rockeras en los 80, estudió teatro y tuvo algunas apariciones en teleseries emblemáticas como Marrón Glacé, pero paralelamente estudió relaciones públicas para percibir la sensación de tener cierta estabilidad económica de la mano de su creatividad.
Sin embargo, cuando fue madre, cerca de los 30 años, decantó todo, el teatro era su pasión y también la escritura, la cual afloraba con más fuerza en textos dramatúrgicos o canciones hasta llegar un minuto, el de ahora, donde concretó ese esquivo sueño de publicar una novela, pero no cualquiera: una dirigida a púberes y que ojalá pudiera desplegarse en todas las bibliotecas públicas del país.
Es que Sandra Burmeister es una artista que siempre entendió que lo que daba a través de la creatividad tendría que ser un aporte concreto a la sociedad, por eso no es extraño tampoco que de manera autodidacta haya estudiado y profundizado en la manera de fomentar la lectura, y más allá de la ponencias, disfrutar y entregar «Chapeka, la niña naranja» a cada preadolescente en sus propias manos.
De esta aventura creativa, proyecciones y de sus dudas del comienzo, conversamos con esta actriz emprendedora y creadora de su propio camino.
Escribes, cantas, actúas, has sido muy interdisciplinaria,¿cómo llegas al mundo del teatro por ejemplo?
-Yo salí del colegio y me fui a vivir a Estados Unidos con mis padres, la idea era para siempre, pero volvimos, y en ese regreso, tenía que rearmar mi vida, y llegué al teatro por una casualidad no por algo que yo hubiera planeado. Estudié teatro en la escuela de comunicación escénica del Pato Achurra, esa escuela ya no existe, y después me especialicé en pedagogía teatral. Si veo todo lo desarrollado en mi carrera, en realidad han sido como eslabones que se han unido unos con otros. Igual yo partí con muchas dudas vocacionales y después, por temas de trabajo, tuve que estudiar relaciones públicas de lo cual me titulé. Trabajé y estudié paralelamente por mucho tiempo.
Pero cuando entraste a estudiar teatro ¿te visualizabas como actriz o ahí verías?
-No, eso fue curiosamente posterior, fue cuando fui mamá, casi a los 30 años. El teatro no lo sentía tan afín a mí, pero eso se daba también por el entorno en el cual yo estaba: una familia paterna altamente exigente donde el mundo artístico no era valorado como algo profesional sino como un hobby, y eso ¡me tenía bastante marcada! En la medida en que fui trabajando empecé a valorar cada vez las herramientas (artísticas) que tenía. Pero más que en teatro, partí con el tema de la televisión con algunas telenovelas, ¡uffff hace tiempo!, Marrón Glace, Champaña, Top Secret, y bueno, ahí fui aunando pequeños personajes.
¿Estando ahí, lograste identificar qué era lo que querías?
-No me sentí muy cómoda en la televisión.
Pero luego fuiste parte de una serie juvenil
-Por eso te digo que era un tema de madurez, porque todo lo disfruté cuando fui mujer y mamá, porque por mi hijo en edad escolar empezó a surgir una necesidad artística, donde me convertí en alguien necesaria para ayudar, y ahí volví al teatro de una manera más profesional con actores, bailarines, retomé las redes de profesores, formé una compañía de teatro con la cual funcioné harto rato desde el 2006 al 2013 más o menos, Tatrexto.
¿Esa compañía estaba enfocada a niños?
-No, de todo tipo, era para la familia. Lo último que hicimos fue una obra de teatro-danza, muy experimental, y estaba enfocada a todo el cambio planetario que venía con el 2012. Simultáneamente hacíamos obras para niños y para adultos, como por ejemplo, «María Luisa Pispireta», que era un drama sobre una mujer chilena que dejó toda su herencia para la iglesia católica para dar becas estudiantiles en colegios y universidad católica; becas educacionales que no se sabe dónde quedaron…, en fin. Siempre dirigí, excepto en una obra que circuló durante 3 años seguidos, y que se vinculaba con la literatura. Era «Dorothy y los niños» . Con esa obra surge toda esta otra parte mía del fomento lector que me agarró muy fuerte. Ese personaje partió en 2003 como unitario era lectura en voz alta y teatro, Se llamaba Dorothea y ahí lo propongo como montaje teatral a la compañía. Lo presentamos en teatros, ferias del libro, colegios, cafés literarios. El propósito era difundir obras literarias de autores chilenos.
Siempre pensé que fue desde esa experiencia teatral lo que te llevó a escribir…
-Es que va todo concatenado, porque la parte de la escritura es parte de mí desde siempre y la música también, desde la época escolar donde componía o traducía para otros.
Si volvemos a la televisión recuerdo que fuiste parte de un elenco donde se mezclaba la música y la actuación
-En Amango, ahí lo pasé muy bien trabajando en televisión. Un día me llamó Oscar Rodríguez (emblemático director de televisión) y me dice que iban a armar el área infantil, y eso ¡me encantó!, mi personaje era la mamá de una adolescente de 14 años, que era la protagonista. Fue una experiencia bonita, hubo tres temporadas.
Curiosamente eso te llevó a ser conocida entre el público infantil y juvenil que es al cual dirigías tu obra y ahora tu libro
-Claro, me pasaba mucho en los colegios que me decían «eres la mamá de Amango!»
¿Y el canto, cómo lo canalizas?
-En el teatro, en algunas composiciones. Me ha tocado componer para montajes y lo último fue esta obra donde uní actores, cantantes, bailarines. La música siempre aparece en los montajes que he dirigido. hay una anécdota que poca gente debe recordar, yo estuve en un grupo con el sello RCA Victor, se llamaba «Las Flacas», era un trio rockero de mujeres, fue como un laboratorio, estábamos a la par con La Ley en su momento, pero el problema que teníamos es que ninguna componía las canciones del grupo ¡y eso es fundamental! porque no se trata de cantar por cantar. Recuerdo que en esa época ( fines de los 80´) estaba de moda cantar en televisión, y estuvimos en los programas «Magnetoscopio musical», «Más música», «Sábados gigantes», es para la risa, hay una etapa mía de la música ¡muy desconocida!, (risas), pero eso se terminó cuando me fui a Estados Unidos.
CHAPEKA
¿Cómo surge el tema de escribir un libro?
-Para mí la escritura estaba vinculada a la dramaturgia, y con el público de niños, a quienes les presentaba teatro y narración, se me empezó a hacer cada vez más urgente la escritura, para darle más seriedad al tema de la narración oral.
¿Y Chapeka en particular?
-El personaje nació el 2012, ese año empecé a escribir mucho. Paralelamente estaba escribiendo microcuentos para soporte digital, lo hacía a partir de imágenes y de hecho cree el blog «sandricuentos», donde escribo hasta el dia de hoy. En un momento pensé que me encantaría poder escribirle a los primeros lectores y me lo propuse y comencé a escribir, escribir, escribir y llegué a más de 150 hojas, ¡era muy largo! y además ¡no era para niños tan chicos! (risas) Entonces dije «no, menos es más». Se lo envié a un profe de literatura de la católica, quien me acotó algo similar, pero también que la niña se veía más grande, y claro, era para un público preadolescente o adolescente, y no primeros lectores. Ese profesor me dio muchas buenas acotaciones.
Finalmente decidiste autoeditar
-Golpié muchas puertas, hasta que decidí hacer un cambio de switch. Pensé: si mi foco era que yo necesitaba que el libro llegara a las personas que me interesaba, entonces eso quizá era en menos cantidad, pero me aseguraba que lo iban recibían, porque no pretendo hacerme millonaria con la publicación, ¡sino que se lea! Vi bodegas de imprentas con libros de editoriales atochadas, sin distribuir, y no es la idea, menos de un autor que recién se está abriendo camino. La primera edición del libro lo vendí con el concepto de donación, es decir, lo recaudado era para poder hacer una segunda edición, ¡y lo conseguí! En pocos días tendré en mis manos la segunda edición. Para mí lo que ha ocurrido es mágico, porque lo tomé como un apostolado. Mi primer foco también era poder entregarlo a las bibliotecas públicas y eso con las donaciones lo puedo concretar. Hoy el libro está en el centro cultural de España, en la biblioteca del Calvo Mackenna, en 5 bibliometros, colegios públicos de distintos lugares, además en el programa de radio «Mujeres», que hago en radio usach de lunes a viernes también me ha permitido regalar el libro.
¿Tu idea es que Chapeka tenga más historias?
-Sí, porque ya tengo las otras historias, las que limpié inicialmente cuando tenía 150 páginas (risas), y otras que he creado.
Y llegas a otra etapa de la vida donde tu parte creativa se canaliza en la literatura y en el fomento lector
-Soy una mezcla de muchas cosas, he tenido que ir definiéndome de a poco, a aprender a unir todas las disciplinas. En general mi vida particó como un eslabón perdido donde las piezas se han ido juntando. Hoy te puedo decir que me siento contenta, porque todo lo anterior que viví es lo que es ahora; no hubiera podido ser un resultado distinto, y así será más adelante también.(contacto:sandricuentos@gmail.com)
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