Por Valeria Solís T.
Directora Mirada Maga Ediciones
*Esta entrevista se realizó en 2014
Álvaro Santi tiene recuerdos frescos de su infancia: una marcada por la lluvia, el frío, pero también por el verde de Concepción. Esa mezcla de claroscuros que lo llevaron a ser un buscador de lo invisible, de desentrañar misterios y símbolos por doquier. De niño comprendió que su camino no sería tradicional y que haber repetido más de una vez en el colegio, no era más que la señal de que su vida andaría por otra parte: ser de adulto un sanador desde el misterio de las energías. “Lo que siempre estuvo presente en mí fueron sensaciones o impresiones de otras cosas, pálpitos, sueños, de poder ver el campo energético”, recuerda.
Santi se hizo públicamente conocido cuando participó y ganó en un programa de televisión abierta que buscaba al síquico más sorprendente, o el más capaz. Llegó a participar porque sabían de sus dotes con la herramienta del tarot, pero a poco andar sorprendió con otras habilidades como la sicografía. Una suerte de canalización de información que se iniciaba con un rayado azaroso en un papel para después de un rato dar espacio a dibujos, croquis, palabras sueltas, mensajes. Luego profundizó e hizo público en programas de televisión la sicopictografía, donde es capaz de retratar el aura y elementos claves de la historia del consultante, o directamente de personas que han fallecido.
Hoy, nuestro columnista estable no sólo da a conocer sus dones y puntos de vista en diversos medios de comunicación, sino que también despliega sus talentos en otras experiencias como en stand up, que el bautizó como «sico stand up», y su primer libro donde ayuda a desentrañar los símbolos de la casa que el individuo habita.
«También estoy restaurando las caras de los arcanos mayores del tarot de Marsella, porque es una forma de llegar a la gente a quienes no le agradan las caras medievales; veo que ahí es donde tiene la mayor dificultad, hay más prejuicios y por eso no entran en ese tarot (a su uso). El que más empleo es el tarot de Nicolas Convert, que es una baraja del 1760, pero también voy viendo otras versiones del tarot de Marsella; me he topado como 15 distintas versiones. Y en cuanto a los colores, mantengo lo que hizo Alejandro Jodorowsky, que son los originales. Las caras que yo propongo están mas suavizadas».
¿Pero por qué surge la necesidad de hacer esta modificación suavizando los rostros, y no haces por ejemplo un oráculo tu mismo?
– Yo quiero hacer un oráculo, pero quise partir por esto.
¿Y cómo es el oráculo que tienes ideado?
– Más que un oráculo son cartas asociativas, es decir, son cartas que tienen imágenes que permiten una asociación libre, que permite trabajar conflictos interpersonales, o contigo mismo, o incluso para desarrollar tu creatividad. No son test sicológicos ni necesariamente símbolos sicológicos.
¿Y el objetivo de hacerlo es para conocerse a sí mismo?
– Es para conectarse con tu inconsciente, pues comprendí que una de las maneras que puede resultar más fácil para que salga a la luz el inconsciente es con asociaciones libres, es como una lógica bien freudiana. Por ejemplo, estamos hablando de un tema en particular y tú eliges tres cartas y comienzas a ver e interpretar lo que tú ves ahí y empiezas a armar un relato.
Entonces el día de mañana no será un oráculo que lo que tenga ver otra persona, sino que lo puede usar la persona sola…
– ¡Claro!, sería un trabajo individual, que es la propuesta justamente de la asociación libre del sicoanálisis: nadie más que tú va a interpretar lo que ve.
Has sido categórico en decir que quien insiste en que le lean el futuro a través del tarot es gente floja…
– Los que promueven la lectura del futuro, promueven la flojera sicológica. Es que hay una dejadez de parte de la persona, se está haciendo trampa, porque está creyendo que le puede hacer una trampa a la vida al tratar de averiguar qué va a pasar, pero al final se está haciendo una trampa a sí mismo.
¿Por qué?
– Porque se calma un rato al tener, por ejemplo, una lectura “positiva”, entonces la persona va a flojear al decir: pero si ya lo voy a lograr, descanso y la persona no hace lo que tiene que hacer para lograr esa meta, o no lo hace del todo.
¿En qué momento tu forma de ver el tarot dejó de ser predictivo y se volvió más terapéutico?
– Eso fue muy difícil, porque desde hace mucho tiempo intenté darle este enfoque, pero hay un concepto errado del tarot que está cubierto por esta montaña supersticiosa, cursi, que lo aleja de este propósito. Hay que dimensionar que el ver el futuro a alguien es como una toma de poder sobre otra persona, le creas un futuro a partir de las miles de personalidades que tiene ahora la persona.
¿Y con qué te encuentras en la cotidianidad cuando la gente llega a tu consulta, esperando pistas futuras?
– Algo ha pasado y que tiene que ver con la decisión que tomé de dejar la predicción, porque es una decisión que la vengo trabajando desde hace muchos años, porque yo me inicié desde ahí, y fue lo que aprendí también. Al principio traté de ser más flexible y dije, no voy a leer el futuro, pero sí hablaré de futuros probables, y eso a partir de la situación presente que tiene el consulta poder ver hacia dónde va la tendencia, pero siempre entendiendo que eso es un bosquejo y no un futuro, porque en el fondo el futuro no está hecho, y además, porque uno va a darle una pista al consultante sobre un solo camino, sino lo que ocurre en la vida es precisamente que a veces damos un paso y se abren miles de posibilidades más, entonces si lo llevas a un solo sector,¡ imagínate el daño!, y además sin valorar lo que la persona es capaz de hacer con su propia vida.
Entonces, es una decisión tuya decir yo llego hasta aquí en la consulta…
– Sí, es una decisión que tomé definitivamente este año y que es radical. El tarot te ayuda a que se vaya el niño y actué el adulto con todas sus potencialidades y posibilidades de crecer, y la gente de a poco lo está tomando bien y lo acepta.
En un medio tan masivo como la televisión, donde has tenido mucha presencia durante este año ¿ha sido posible que plantees esta mirada?
– Si te conocen como síquico, esperan que veas fantasmas, saber astrología, predecir el futuro, y la verdad que todos son temas que yo he estudiado, pero me gusta poder mostrarlo desde otra forma. Al principio no se me entendía mucho, porque la gente tiene imágenes preconcebidas; y lo que ha pasado es que con el tiempo me he destacado más por mi opinión también.
Cuando se logra dar respuestas predictivas a través de esta herramienta, ¿qué crees que está operando en ese momento?
– El tema de la sincronía. Para mí ya es evidente que uno está conectado con todo, y como uno está conectado, tu escenario también te muestra y te refleja lo que tú haces; todo está hablando de uno. Yo leo el presente, con su carga pretérita. Leo el único tiempo que existe. Lo que ocurre es que todo lo que realizas consciente o no, tira líneas hacia el futuro. Hay una tendencia, y en este caso es con cartas o con las herramientas que emplees, pero lo importante es que si la persona quiere seguir por el sendero A y el tarot muestra que va hacia el B, entonces puede mostrarle qué es lo que ocurre que no le permite o no le permitió ir al sendero A.
El comienzo
¿Cómo decidiste ser tarotista?
– Cuando abrí una consulta yo había salido del colegio. Me dieron ganas de estudiar sicología o actuación, pero me tomé un año para pensarlo bien. En eso llegué a un café en Concepción que se llamaba Séfira y había un letrero que decía “tarot”; nos conocimos, y me ofrecieron verlo. Me costó decidirme al principio, después empezó a ir gente a mi casa y un día mi papá al ver personas en el living esperando su turno me dijo que me arrendara un espacio. Yo fui el dolor de cabeza de mi papá, el ¡cómo te vas a ganar la vida! Y bueno, si uno hace lo que ama produce dinero, y eso lo defendí y defendí hasta que me vine a Santiago.
Pero también empiezan a aparecer otros dones distintos, más sutiles, ¿cómo surgió eso?
– Todas las cosas, quizá más abstractas, parten con grupos de meditación en los que participé en Concepción; hay meditaciones donde te enseñan a tomar contacto con guías espirituales, y entonces entré en cosas de otros planos y empecé a tener contacto con otros planos de realidad; para mí era como súper natural, y me empieza a llegar información. Después de unos años le cuento a un amigo y me dice “muéstrame lo que tienes” y me dice, “esto parece un taller de angeología”, y le muestro un papel donde había el bosquejo de un guía espiritual que yo había hecho en una meditación, es un dibujo a lápiz, y cuando se lo muestro me doy cuenta que mi amigo era igual al guía que dibujé. Aparecía nuevamente el tema de la sincronía, y esta información se transformó en un curso que hicimos juntos vinculado con la sanación angélica. La idea era aprender a tomar contacto con seres de otros planos que asistían o ayudaban al propósito de la sanación.
¿Cómo se da en la práctica la sicografía?
– Funciona principalmente de dos maneras, aunque es característico en mí que no haya estructura, pero hay una forma en que siento un impulso entre el antebrazo y la mano, yo le llamo “el impulso de escribir”, entonces agarro una hoja y empiezo a mover la mano como para “soltar la muñeca” y lo pongo en un papel… Rayo un buen rato y de pronto sale una información, frases, que generalmente no leo en ese minuto para no interferir, y después veo y selecciono algunas palabras que muestran claramente, otras se me quedan en el aire, muchas veces son súper claras, a veces incluso me sale la letra de otra persona. A veces, siento con claridad que es un ser querido de la otra persona o siento que ese espíritu no está en este plano, pero su información quedó, otras veces siento una especie de guía que me envía información, pero a veces también siento que es todo al mismo tiempo. Me gusta verlo de una forma completa, como si el Universo estuviera tocando una sinfonía. El otro método que empleo es más simple: registrar imágenes, ideas o impresiones que yo tengo.
¿Y lo de los dibujos?
– Siempre he dibujado, desde chico. Son, o guías espirituales, o familiares: empiezo con un bosquejo y luego aparecen colores; tengo un código sobre los colores del aura, el amarillo del intelecto y un poco de café que tiene que ver con algo material. Cuando lo hago solo a lápiz voy poniendo el nombre del color. Hay imágenes por ejemplo de un parásito astral que recoge la energía de una persona, yo también, desde algún momento empecé a entrar en el tema de los ataques síquicos o magias negras, tan basureado, pero he querido darle otro enfoque a eso. Es decir, si la persona recibe un ataque síquico es porque tiene una parte debilitada, que no ha trabajado y que por eso es blanco de esa energía. Hay personas que hablan mucho de la magia negra para justificar las propias faltas o errores.
Este año realizaste también un stand up…
– Sí, lo llamé “psico stand up” y la idea era para que la gente entendiera que era algo lúdico, pero con la profundidad de un contenido transpersonal. Yo lo defino como una presentación frente a un público para tratar temas de crecimiento personal, de autoconocimiento, por medio de relatos, chistes, cuentos, ejercicios, igual hay prácticas interactivas, y ahí sale mi lado lúdico que me acomoda mucho. Me parece que el humor y la sabiduría pueden ir de la mano y además que me parece que el humor muy necesario también. Y eso tiene que ver con mi estilo.
Y en estos sico stand up usas el tarot también?
– El tarot es una plataforma para lo que hago. Hasta ahora he hecho dos presentaciones y en ambos he hablado del tarot también, pero esto va de manera progresiva porque en el próximo quiero hablar de otro tema, pero basándome en esta estructura de pensamiento que es el tarot. Por ejemplo en uno de ellos hablé sobre la importancia del presente o del estar en el aquí y en el ahora. Porque uno siempre está aquí, el pasado ya no existe y lo puedes recordar, invocar para entender algo, pero ya no está, y cuando estés en el futuro, vas a estar en un presente también. Y explico que cuando yo llego a comprender en profundidad lo que esto significa me sirvió para darle otra mirada a las lecturas del tarot.
Un triángulo en un cuadrado: El espíritu en la materia
Pero tu inquietud y tu multiplicidad de talentos te han llevado a expresarte por distintos caminos ¡y ahora lanzas tu primer libro! Cuéntame de esto, que habla del espacio como símbolo del habitante…
-Esto parte de niño, porque siempre le he dado importancia al entorno, a mi hábitat, a mi territorio. Cuando niño era mi dormitorio, y en ese espacio, y lo hago hasta el día de hoy, siempre lo he llenado con estímulos que tienen que ver con lo que me interesa, con mis proyectos, y que me ha ayudado a encauzarlos, o sea, mi espacio es como mi mapa del tesoro de mis proyectos. Siempre he necesitado estar lleno de colores, de imágenes, de pósters, de películas; cuando niño ponía, por ejemplo, muchas imágenes de alquimia o de magia, y yo con eso me estimulaba. De adulto, ya ubico las cosas con más intención, y con eso despierto algo, es como tener más elementos en mi archivo personal.
¿Y en el libro sugieres cómo habitar un espacio?
– Me di cuenta que así como mi entorno me reflejaba a mí, primero mi pieza, luego la casa, la vivienda, todo, todo lo que nos toca vivir nos refleja a nosotros. Y me ocurrió algo muy simpático, hace unos años una hija de una amiga me regaló un dibujo que era una casa, al verlo, era un triángulo y un cuadrado, y por lo que yo había leído hasta ese minuto, esa imagen me habló y lo interpreté como el espíritu encarnándose en la materia. Entonces comprendí que los espacios físicos son el espíritu de uno o de un colectivo. Y esas ideas de a poco fueron cobrando forma, y se transformó en este libro que será una guía. La idea es que la gente primero comprenda la visión que tengo yo, luego hay una propuesta de sugerencias de las estructura de la casa, la decoración, el orden o no, y eso unirlo al universo de los símbolos e indicar qué podrían representar.
¿Es indicarle el símbolo para que la persona puede interpretar lo que tiene?
– Claro, y también hay una parte más avanzada donde se hace el ejercicio de sugerir símbolos como por ejemplo poner un altar o un símbolo que represente lo que se suele hacer en las habitaciones, como en el caso de un baño, que es un espacio donde uno se va a limpiar, o te arreglas, por lo tanto es el espacio que tiene que ver con este ámbito de tu vida, ahí me deshago de lo que no necesito, de lo que ya está caduco, entonces el baño lo puedes llevar a una acción simbólica de eso.
Por ejemplo, una persona que tiene un adorno que se lo regaló la abuela o el papá, y tiene una carga emocional, pero que no le gusta… ¿Conviene seguir manteniéndolo?
– ¡Para afuera entonces! Tú misma lo dices, le desagrada a la persona, pero hay culpa, entonces si lo llevamos al terreno de las energías podemos decir que está cargado con esa energía, y si lo llevamos a lo simbólico podemos decir que tú proyectas eso, y cada vez que veas el objeto se activa la molestia por algo que no te agrada, y se convierte en un elemento que es como una bacteria dentro de tu casa, ¡es nefasto!
Y al revés, esas personas que empiezan a vivir en una casa y se compran todo nuevo…
– Tu vivienda va reflejar tu necesidad de calzar con un sistema probablemente, pero si estás bien con eso, está bien igual.
Idealmente ¿qué debería tener el espacio propio?
– Hay cosas básicas que tienen que ver con el uso de los colores, o el hecho de tenerla ordenada, limpia, de no guardar cosas que en el fondo te están estancando la energía, que representan algo estancado en ti, y me refiero a lo típico de guardar un electrodoméstico que no se usa, que se echó a perder, pero que se mantiene ahí. Eso refleja, por un lado, un aspecto tuyo estancado o que no has podido reparar en ti y que sigue pendiente, y no sólo lo va a reflejar, sino que va a potenciar eso de alguna forma. El hacer algo al respecto quizá no genere un cambio grande, pero sí será el reflejo de haber hecho un cambio interno de, al menos, haber movido una pieza y eso va a activar algo de forma natural.