Por Cristian Sarmiento
Canalizador espiritual
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Durante los últimos años, parte importante de la literatura metafísica se ha concentrado en conceptos tales como consciencia, expansión, fisiologías del pensamiento y otros nombres, que en muchos casos, son combinaciones o iteraciones de la idea de “ir más allá”, “evolucionar” o “manifestar una transformación personal desde la individualidad hasta la colectividad”.
Todo este movimiento sucede día a día ante nuestras narices, caracterizándose por una serie de expresiones, ideas, diferentes procedimientos y variadas técnicas. No obstante, detrás de todo este escenario ¿Quién es consciente de ello? Ocurra lo que ocurra frente a nuestros ojos, alguien es consciente de la experiencia, independiente de si recuerdas o no la situación.
Técnicamente, la propia inmersión en cada momento tiene directa relación con el grado de presencia o consciencia presente que se esté desarrollando. Ahora mismo, al leer este artículo, eres consciente de una acción que se llama comúnmente “leer”. Al manejar tu vehículo, eres consciente de la acción de “conducir”, al estar trabajando eres consciente de la acción de “trabajar o focalizarse en un objetivo”, al estar conversando con alguien, eres consciente de “estar hablando o expresándote” Siempre detrás de cada acción hay una consciencia presente amplia, apacible e inmutable que te permite contemplar, interactuar y observar. ¡Siempre! Resulta, que por la alta identificación con el patrón de pensamientos como “algo mío”, el propio direccionamiento de la consciencia se ha constituido por ser más líneal que espontánea. ¡Necesito estar pensando sino de qué forma soluciono mis problemas!¡Necesito pensar cada situación para recordar mi interés por el juicio y la separación! En líneas generales, podemos concluir que el instinto por pensatividad es uno de los principales apegos de la humanidad. Esto no significa que el pensamiento sea malo o negativo, sino que su propia constitución está basada mayoritariamente en aspectos temporales (pasado, futuro), shocks emocionales de todo tipo y hábitos profundamente arraigados, que en los casos más profundos generan una desconexión total de la vida.
Siempre, en cada segundo, minuto o circunstancia tienes la clara opción de ser consciente de ti mismo y, por tanto, activar tu propio desarrollo y presencia con resonancias positivas en autoestima, ejecución profesional, despliegue de talentos, “pensamientos alentadores” y valoración personal.
Comienza a sintonizarte con lo que es vivir en función de lo que amas o disfrutas, más que el sólo hecho de sobrevivir. Una simple práctica de caminar podría transformarse en un catalizador de tu ser interior al afirmar “Soy consciente de estar caminando”, “Soy consciente de esta respiración corta” o “Soy consciente de esta respiración profunda”; enfocando tu mente a la presencia interior.
La consciencia no es algo que podamos explicar con palabras, no es sustancia tal como se refieren a ella los Maestros del Zen; es un espacio amplio y vasto que no está limitado por el cuerpo.
Despertar tu consciencia, puede impulsarse por el sencillo ejercicio de preguntarse a sí mismo ¿Quién es consciente de esto/aquello? En un primer acercamiento, podrías percatarte que no eres el pensamiento, sino que éste aparece sin mayor control o condicionamiento, sólo ¡aparece! Permito que ello suceda, pero no soy esclavo del pensamiento y su azarosa temática. En tanto, también podrías percibir paulatinamente un mayor foco al momento de impulsar tu creatividad o genialidad interior. Asimismo, podrías apreciar cómo ciertas sensaciones en tu cuerpo se mantenían ocultas a tu consciencia presente, ya sea por falta de atención o uso de distractores.
Este mes, procuraremos instalarnos en la práctica cotidiana de ser consciente de lo que estoy realizando, ya sea con una afirmación o una pregunta de auto-indagación. Inténtalo, descubre qué o quién es lo que manifiesta la experiencia de vivir a través de tu cuerpo.

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