Por Boris Gálvez Llantén
Director PranaKine / www.pranakine.cl
Autor libro “Tita Ronii Nii” (La madre serpiente de la selva)
Hoy en día el auge de las medicinas complementarias, alternativas, ha generado un gran boom dentro del occidente. Diversos sistemas, técnicas, terapias, filosofías han entrado a nuestras vidas con la finalidad de generar una apertura mental y una gran oportunidad al cambio.
Es así como nos preocupamos del cuerpo físico, pero también del mental, emocional, bioquímico, energético y hasta, pudiendo llegar a hablar del espiritual. Debido a esto es que surge la necesidad de abrir horizontes e integrar diversos métodos y sistemas de salud.
Si bien todas las culturas ancestrales se han “ocupado” del ser humano como una totalidad, hace pocos años esta mirada ha comenzado a resonar en nuestra sociedad moderna…
La medicina china, ayurvédica, antroposófica, chamánica, han llegado en un momento donde el ser humano necesita tener más argumentos y respuestas a sus cuestionamientos sobre la salud y enfermedad.
Si nos referimos a los aspectos de la medicina ancestral, de diferentes partes del mundo, se utilizan métodos que incluyen: la alimentación, el trabajo con el cuerpo, el entendimiento psicológico y la conexión espiritual. Pudiendo encontrar el siguiente enfoque:
-Tratamiento alimenticio: ayunos, suprimir algunos alimentos o comer sólo algunos específicos por cierto tiempo, etc.
-Tratamiento corporal: hueseros y sobadores se encargan del trabajo manual en el cuerpo físico. Al igual que el movimiento a través del: yoga, taichí, chi kung, etc.
-Tratamiento energético: se realizan baños y saunas de vapor con plantas especificas.
-Tratamiento de psicológico: rituales e ingesta de plantas especificas las cuales entraran en el mundo psicológico y emocional.
-Conexión espiritual: la presencia de la propia naturaleza y el contacto con dios-dioses siempre están presentes.
Debido a este enfoque es que podemos concluir, de manera general, que las medicinas ancestrales buscan el equilibrio en todos los aspectos del ser humano, generando una integridad biopsicosocial y espiritual.
Estos enfoques y métodos son de vital importancia para el mundo occidental; uno acostumbrado a tomar medicamentos o realizar una cirugía específica para una disfunción o enfermedad.
La tecnología y conocimiento a través de la anatomofisiología ha sido crucial para que el mundo occidental pueda entender cómo se mueve el ser humano. No obstante la pregunta que debemos realizarnos es: ¿falta algo en la medicina actual?, ¿existe alguna cabo que no estamos uniendo?
Si consideramos la sabiduría de miles de años de la medicina ancestral nos podemos dar cuenta que su propuesta es mucho más profunda y va más allá de los límites propuestos por nuestra sociedad. Por ende, al parecer, la propuesta de unir estos dos enfoques sería una real aproximación hacia la salud del ser humano.
Imaginemos que unimos el conocimiento anatomofisiológico y patológico occidental con los saberes y técnicas ancestrales. Este complemento sí que nos haría más sentido, en vez de sólo tener pastillas para quitarnos «el dolor de cabeza». Si consideramos este mismo ejemplo, podríamos pensar que ese síntoma puede responder a lo que estamos comiendo, o lo que estamos pensando o incluso, en lo que estamos sintiendo. O preguntarnos cómo está mi energía en este minuto de mi vida, o cómo está mi conexión espiritual, cómo está mi fe y mi “nivel” de trascendencia en la existencia que estoy viviendo.
Considerando estos aspectos y comprendiendo cuál es la “causa” de dicha disfunción será el tratamiento que debería tener. Por ende, si mi dolor de cabeza es porque he comido algo que me ha “caído mal”, entonces debería modificar mis hábitos alimenticios. Y si fue por algo psicoemocional, debería observar mis pensamientos y “limpiar” dicha información. Si fuera por un nivel estructural, debería pedir hora con un osteópata o terapeuta manual que pueda arreglar dicha alteración. Si fuera energético, podría tomar hora con el acupunturista o con el profesor de tai chi o yoga. Y si fuera espiritual debería preguntar a una machi o curandero que pueda interiorizarse en el mundo invisible y ordenarlo.
Es decir, considerar estos aspectos nos invita a hacer una reflexión y a sacar de nuestras mentes que una medicina es mejor o peor que la otra. No sigamos confundiéndonos y tildando de algo “bueno” o “malo”.
Estamos en una etapa crucial de nuestras vidas como humanidad donde debemos integrar, unir, cohesionar, con la finalidad de ser congruentes con el proceso en el cual estamos viviendo. Es una etapa que nos invita a hacernos conscientes y a tomar las riendas de este caballo agitado que quiere correr hacia un destino inesperado. Es una etapa para cuestionar y aprender de nosotros mismos, autoexplorarnos y abrir el ser holístico que todos tenemos dentro. Estamos frente a una etapa que nos invita a despertar.