Por Boris Gálvez Llantén
Director Instituto Prana Kine, Viña del Mar.
Autor de “La danza del águila: mensajes de un dietero”,
“La madre serpiente de la selva. Experiencias con Ayahuasca”
Muchos desconocen o no dimensionan que en la vida, en la existencia, la reciprocidad es clave para mantener el equilibrio espiritual. Este lenguaje es una forma ancestral de estar en contacto directo con los elementales como el fuego, el agua, el aire, la tierra, y con el mundo espiritual. Es así como se genera un ciclo de sanación entre lo visible y lo no invisible.
Esta práctica ancestral de dar y recibir mantendrá una armonía constante con el misterio de la vida.
Por ejemplo, si la Tierra me entrega algo ( algo que desde que nacemos ocurre) es importante que lo pueda restituir en algún minuto. Este restituir puede ir desde una ofrenda hasta plantar un árbol. También una práctica de reciprocidad es ofrendar a la tierra minerales, comida, tabaco, etc.
En el caso de la relación con los elementales, si estoy prendiendo fuego en mi casa todos los días, y para eso tuvieron que cortar unos cuantos árboles, la reciprocidad sería estar restituyendo a través de plantar en mi jardín, en mi balcón, en mi patio.
Recuerda que todo tiene un espíritu, un dueño, un guía, y que muchas veces podría ofenderse y “alterar” su flujo enérgico con nosotros por esta indiferencia de dar por hecho lo que nos entrega, indolencia de no dimensionar cómo afectamos el entorno, lo cual podría ocasionarnos enfermedad, la llamada “mala suerte” u otra manifestación del desequilibrio energético.
Debemos estar en reciprocidad con la vida y con la Tierra que nos sostiene. Los espíritus lo saben, y somos los seres humanos quienes muchas veces quebramos este equilibrio espiritual, el cual es clave para nuestra salud y conexión con lo invisible.
Te invito a preguntarte qué tanta reciprocidad tienes en tus relaciones. Qué conexión tienes con los seres que están a tu lado, con los animales, con las plantas, con los elementales. ¿Somos conscientes de aquello?